En el Taller del Pintor, Juan Ignacio Cuesta y Marcos Carrasco nos van a hablar sobre el cuadro que se encuentra en la Sacristía de la Iglesia del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, La Adoración de la Sagrada Forma por Carlos II.
Nos encontramos ante un inmenso lienzo encargado por el último monarca de la casa de Austria, Carlos II, al pintor de corte Clauido Coello. En él se aprecia bajo una arquitectura abovedada en perspectiva al monarca arrodillado adorando a la Sagrada Forma eucarística, delante de numerosos personajes alineados. El lienzo es un magnífico ejemplo de solución espacial, interpretado con el lenguaje teatral e ilusionístico propio del barroco, del que Coello es un maestro. Escena religiosa y a la vez cortesana, es también una magnífica galería de retratos, en la que aparecen representados los principales personajes de la corte, encabezados por el propio monarca Carlos II, quien se arrodilla en oración ante la Sagrada Forma.
Claudio Coello fue contratado para hacer un cuadro de altar para El Escorial, que debía adaptarse al lugar donde iba a ser ubicado, entre dos columnas, en la zona del altar. Así, la solución aportada es un fondo de arquitectura acorde a la estancia con una imagen central religiosa. Dentro del artificio barroco, el artista ha prolongado la perspectiva de la sacristía en un espacio imaginario al emplear una serie de arcos en profundidad, siguiendo la misma decoración de la sala en la que se coloca el lienzo. Es decir, casi reproduce la sacristía a la que sirve de fondo, empleando como plano final una serie de cuadros.
La maestría técnica y compositiva del autor queda reflejada sobre todo en la techumbre, de bóveda de cañón con lunetos, decorada con mosaicos de colores. En ella, se puede ver la presencia divina, como fondo del hecho religioso que es la adoración de las sagrada forma por parte del rey. Se añade un cortinaje de color rojo, llamativo, para dar más teatralidad si cabe a la escena, dando mayor movimiento además por sus curvas. La luz que se introduce por los lunetos ilumina perfectamente la escena, pero no produce la sensación atmosférica, la magistral perspectiva aérea que había conseguido Velázquez con Las Meninas, en el que aparece el aire que circunda los objetos y los personajes. Más bien, se aprecian ecos de los grandes maestros flamencos en las tonalidades brillantes empleadas (Rubens o Van Dyck).
Pero otra de la grandes preocupaciónes de Coello es representar la escena con el mayor realismo posible, realizando un magnífico conjunto de retratos, totalmente enérgicos, de la sociedad nobiliaria de la época. No aparecen personajes fingidos, sino grandes dignatarios y cortesarnos reales (como veremos más adelante) totalmente reconocibles, apreciándose así la influencia de El Greco ("Entierro del Señor de Orgaz"). Al realismo de los rostros debemos añadir la veraz reproducción de los accesorios: los candelabros, las telas, los bordados, las alfombras, etc.
Resumiendo, los elementos estilísticos, los grandes rasgos de la pintura de Claudio Coello se nos muestran en este gran lienzo: el rico colorismo aprendido en Venecia, el gusto por los elementos decorativos grandilocuentes (cortinajes, columnas, angelotes, flores...), la rica y aparatosa escenografía barroca, los elementos arquitectónicos clásicos y el gusto por las perspectivas fingidas, así como las composiciones con gran número de personajes.
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El Taller del Pintor - La Adoración de la Sagrada Forma por Carlos II