Vuelve la Escobula después de un descanso merecido y comienza como no, con El Cofre del Tesoro, hoy Miguel Zorita nos hablará de la Isla de San Borondón y de su posible descubridor Sir Edward Harvey
La isla de San Borondón es una leyenda popular de las Islas Canarias sobre una isla que aparece y desaparece desde hace varios siglos, con origen en el periplo legendario de San Brandán de Clonfert («San Borondón»). Este mito tiene origen en los autores de la Grecia clásica, y se conoce en Europa como «isla de San Brandán» desde su plasmación por los cartógrafos medievales, pero en Canarias la tradición fue adoptada con entusiasmo, y adaptada, hasta en el nombre, a la idiosincrasia nacional propia.
Debido a sus características y comportamientos extraños, como el aparecer y desaparecer o esconderse tras una espesa capa de niebla o nubes, ha sido llamada «la Inaccesible», «la Non Trubada», «la Encubierta», «la Perdida», «la Encantada» y algún apelativo más.
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Una posible imagen de la Isla de San Borondón. |
A finales del siglo XIX, un sir escocés, prendado del misterio de la isla misteriosa, salió en busca de San Borondón y mantuvo hasta su muerte que lo había conseguido.
Sir Edward Harvey nació en Edimburgo en 1840 y desde pequeño mostró interés por la zoología y la botánica. Fruto de estas inquietudes naturalistas participó en una expedición organizada por la Royal Society de Londres que, en 1859, recorrió la costa atlántica de África desde el Cabo Bojador (actual Marruecos) a Ciudad del Cabo. Sólo tres años más tarde, participa en una segunda expedición a las Islas Canarias con el objetivo de catalogar la flora isleña. Sería un viaje que acabaría por marcar su vida ya que en Tenerife oye hablar de la leyenda de San Borondón. “Dicen las gentes de este lugar que más allá de las islas, hacia poniente, se encuentran otras islas que no pertenecen a las colonias... Sería de gran interés para la Royal Society poder acceder a estas tierras y estudiar su naturaleza”, escribiría el mismo Harvey intentando llamar la atención de la prestigiosa institución británica.
La Isla de San Borondón desde dentro. |
Pero no encuentra apoyos. Harvey no se desanima por este fracaso momentáneo y organiza la expedición de manera privada. El explorador volvió a Tenerife y contrató los servicios del capitán Rafael Méndez Rey, que al mando de una pequeña goleta, el ‘Cruz del Sur’ zarpó en busca de San Borondón el 7 de enero de 1865. A partir de aquí hay que fiarse del diario de viaje del naturalista británico, quien asegura que tras una horrorosa tempestad arribaron a una isla extraña el 14 de enero, esto es, una semana después de partir de Santa Cruz de Tenerife.
El naturalista habla de una isla fantástica de paisajes volcánicos y una naturaleza extraordinaria. Durante los seis días que anduvieron por los campos y cañadas de San Borondón hallaron animales y plantas desconocidas para la ciencia y los restos de una antigua civilización ya desaparecida que esculpía grandes rostros en acantilados de la costa y piedras del interior de la isla. “Estamos en la montaña más alta del territorio, la tarde se ha despejado y hemos podido divisar prácticamente todo el contorno del territorio y he llegado a la conclusión de que estamos en una isla, posiblemente deshabitada. Hay unas nubes bajas sobre el bosque que nos impiden reconocer la parte noreste de la isla, pero el resto es totalmente visible desde aquí. Estamos en una isla. Una isla desconocida y deshabitada, una isla en medio del océano. Empiezo a albergar la esperanza de que estos territorios desconocidos sean San Borondón” (15 de enero de 1865).
Pero lo más fantástico de su descubrimiento es la fauna que puebla San Borondón. Destacan el Regina Raptor, una especie de pájaro corredor de gran tamaño a medio camino entre ave y dinosaurio; el Stokedensis agilis, un raro animal que recuerda a un perezoso con patas posteriores palmeadas y pico de ave; el Draco Telli (nombrado así en honor de su asistente Simon Tilley) que recuerda a un lagarto prehistórico de dos colas; o la Coxabrevis lentus, una tortuga fantástica con caparazón dentado. Harvey plasmó sus descubrimientos en fotografías que muestran las maravillas de San Borondón. También recolectó gran cantidad de material vegetal, huesos de animales y hasta un caparazón de tortuga que embarcó con cuidado en el ‘Cruz del Sur’ el 21 de enero de 1865, día en el que dejaron la misteriosa isla y pusieron rumbo a Cádiz.
Pero el recibimiento en Londres no fue todo lo bueno que esperaba. La incredulidad de la comunidad científica ante sus descubrimientos le restó toda credibilidad y su prestigio personal. El abatimiento agravó una antigua dolencia contraída en su primera expedición africana y la salud de Harvey se resintió enclaustrándolo en su casa hasta su muerte acaecida en 1904. El material científico recolectado en ‘San Borondón’ quedó guardado en un baúl en los almacenes de la Royal Society hasta hace unos años, componiendo una curiosa colección de lo que fue uno de los mayores fraudes científicos del siglo XIX. O quizás... no.
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El Cofre del Tesoro - La Isla de San Borondón