domingo, 16 de junio de 2013

Los Cuentos de Callejo - El Miedo

En Los Cuentos de Callejo de hoy, Jesús Callejo nos habla sobre el miedo y como nos condiciona. Para ello utilizará una fábula árabe llamada "La Peste", un cuento de Anthony de Mello llamado "El Miedo" y un poema de Rudyard Kipling llamado "Elegí la vida".

Rudyard Kipling

La Peste.

Una caravana de mercaderes y peregrinos atravesaban lentamente el desierto. De pronto, a lo lejos, apareció un veloz jinete que surcaba las arenas como si su caballo llevara alas. Cuando aquel extraño jinete se acercó, todos los miembros de la caravana pudieron contemplar, con horror, su esquelética figura que apenas si se detuvo junto a ellos. Era la Peste que se dirigía a Damasco, ansiosa de segar vidas y sembrar la muerte.

- ¿Adónde vas tan deprisa?- le preguntó el jefe.

- Voy a Damasco. Allí pienso cobrarme un millar de vidas.

Y antes de que los mercaderes pudieran reaccionar, ya estaba cabalgando de nuevo. Lo siguieron con la vista hasta que sólo fue un punto perdido entre la inmensidad de las dunas. Semanas después la caravana llegó a Damasco donde encontró tristeza, lamentos y desolación. ¡La Peste se había cobrado cerca de 50.000 vidas! En todas las casas había alguien por quien llorar…  niños, ancianos, jóvenes…

El jefe de la caravana se puso rabioso e impotente al recordar que la Peste le había dicho que iba a cobrarse un millar de vidas… sin embargo había causado una gran mortandad. Tiempo después, dirigiendo otra caravana por el desierto, el jefe volvió a encontrarse con la Peste. Con actitud de reproche le dijo:

-¡Me enteré que en Damasco te cobraste 50.000 vidas, no el millar que me habías dicho! Que mentiroso resultaste, no sólo causas la muerte sino que además tus palabras están llenas de falsedad.

-No- respondió la Peste – fui fiel a mi palabra. Yo sólo acabé con mil vidas, el resto se las llevó el Miedo.


El miedo.

Había una madre que no conseguía que su hijo pequeño regresara a casa antes del anochecer, después de jugar.

Para asustarlo,le dijo que había unos espíritus que salían al camino tan pron­to se ponía el sol. Desde aquel momen­to, el niño ya no volvió a retrasarse. Pero cuando creció tenía tanto miedo a la oscuridad y a los espíritus que no había manera de que saliera de noche.

Entonces su madre le dio una medalla y lo convenció de que, mientras la llevara consigo, los espíritus no se atre­verían a atacarlo. El muchacho salió a la oscuridad bien asido a su medalla.

Su madre había conseguido que,ade­más del miedo que tenía a la oscuridad y a los espíritus,se le uniese el miedo a perder la medalla.


Elegí la vida.


No quise dormir sin sueños:
y elegí la ilusión que me despierta,
el horizonte que me espera,
el proyecto que me llena,
y no la vida vacía de quien no busca nada,
no desea nada más que sobrevivir cada día.

No quise vivir en la angustia:
y elegí la paz y la esperanza,
la luz,
el llanto que desahoga, que libera,
y no el que inspira lástima en vez de soluciones,
la queja que se denuncia, la que se grita,
y no la que se murmura y no cambia nada.

No quise vivir cansado:
y elegí el descanso del amigo y del abrazo,
el camino sin prosa compartida,
y no parar nunca, no dormir nunca.
Elegí avanzar despacio, durante más tiempo,
y llegar más lejos,
habiendo disfrutado del paisaje.

No quise huir:
y elegí mirar de frente,
levantar la cabeza,
y enfrentarme a los miedos y fantasmas
porque no por darme la vuelta volarían.

No pude olvidar mis fallos:
pero elegí perdonarme, quererme,
llevar con dignidad mis miserias
y descubrir mis dones;
y no vivir lamentándome
por aquello que no pude cambiar,
que me entristece, que me duele,
por el daño que hice y el que me hicieron.
Elegí aceptar el pasado.
No quise vivir solo:
y elegí la alegría de descubrir a otro,
de dar, de compartir,
y no el resentimiento sucio que encadena.
Elegí el amor.

Y hubo mil cosas que no elegí,
que me llegaron de pronto
y me transformaron la vida.
Cosas buenas y malas que no buscaba,
caminos por los que me perdí,
personas que vinieron y se fueron,
una vida que no esperaba.
Y elegí, al menos, como vivirla.

Elegí los sueños para decorarla,
la esperanza para sostenerla,
la valentía para afrontarla.

No quise vivir muriendo:
y elegí la vida.
Así podré sonreír cuando llegue la muerte,
aunque no la elija...
...que moriré viviendo.

Información extraída de aquí, aquí y aquí.

Los Cuentos de Callejo - El Miedo [15.06.2013]

(Para bajar el mp3, botón derecho y guardar como.)

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